Cuando empezó, con su cabello oscuro y guitarra de palo, hace casi 20 años, pocos podían sospechar que acabaría convirtiéndose en la sensual rubia conocida como las caderas del rock. Y en una de las cantantes que más dinero gana, según la revista Forbes. Nació en la humilde ciudad de Barranquilla (Colombia). Con 4 añitos ya escribió su primer poema, La rosa de cristal. A los 8, compuso su primera canción Tus gafas de sol (dedicada a su padre, que siempre las llevaba para ocultar el dolor que le provocó la muerte de uno de sus hijos). E igualmente precoz fue su debut discográfico: tenía 14 cuando publicó Magia.
Su segundo disco, lanzado en 1993, lo tituló Peligro. Pero poco parecía tenerlo entonces: esta primera Shakira lucía un aspecto tan aniñado como dulce. Y así es como saltó al otro lado del Atlántico. Pies descalzos supuso su lanzamiento mundial. Tenía 19 años y enseguida se coronó como la reina del pop latinoamericano gracias a la canción Estoy aquí. Toda una declaración de principios. Y aquí sigue.
Cuando ofreció sus primeras entrevistas en Barcelona, sorprendió por su madurez. Tenía las ideas claras. «Me gusta tener la cabeza bien amueblada», decía, serena. Y posando en las farolas modernistas del paseo de Gràcia, admitía: «Para triunfar no basta con el talento». Corría el año 1996. En Colombia su fama provocó el verano anterior una catástrofe que no ha olvidado: tres personas murieron y 20 resultaron heridas al intentar acceder al estadio de Barranquilla donde actuaba, y un niño se suicidó porque sus padres no le dejaron ir al concierto.
Poco a poco, tanto su música como su imagen se fue haciendo más rockera. Más sexi. Nunca le gustó su melena morena, así que llegó hasta a teñirse de rojo.
Cambios de imagen
Cuando promocionaba Dónde están los ladrones, llevaba tímidas trenzas y rastas de colores. Fue entonces cuando posó en el estudio de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. Y explicó con pasmosa tranquilidad el por qué del título del álbum. En el aeropuerto de Bogotá un ladrón le robó su equipaje, incluyendo el maletín donde se encontraban las canciones que había compuesto. Así que tuvo que empezar de nuevo.
Su evolución musical, cada vez más ambiciosa, coincidía con su cambio físico. Empezó a moldear su figura y a atreverse con tops, minifaldas, botas... Hasta que decidió explotar todo su sex-appeal con Servicio de lavandería. Su conversión a rubia fue progresiva. E imparable. También fue cuando vio clarísimo que el meneo de su pícaro ombligo sería su mejor arma.
Con Loba y tras publicar varios discos pensados para el mercado anglosajón, su imagen parecía querer ser cada vez menos latina. Se alisaba el pelo, llevaba ropa de diseñadores de renombre... Pero con Sale al sol ha querido reconciliarse con sus raíces latinas (al menos, musicalmente hablando).
Doris, la presidenta de su club de fans en España, sostiene: «Shakira cada día nos sorprende más. Cada disco nuevo tiene su esencia y eso es lo que nos encanta de ella. Y este último es el que más esencia de Shakira tiene», subraya. ¿Y qué opina de su vocación camaleónica? «Pues que es normal que evolucione con el tiempo. Además, cada día está más guapa...».
El de mañana será su cuarto concierto en Barcelona. Sus históricos seguidores se acordarán de que empezó en la sala Bikini (en febrero de 1997). Su siguiente visita ya fue en el Sant Jordi. Su escenario natural desde entonces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario