En presencia de su famosa hija acaba de lanzar en Bogotá su último libro ‘Al viento y al azar’ y prepara otro sobre la experiencia de criar a una niña, tan precoz y talentosa que, según cuenta, aprendió las letras del alfabeto al año y medio de nacida, y a los 5 años ya cantaba e interpretaba danzas árabes.Con el mismo movimiento de caderas ‘que no mienten’ y que desde hace ya varios años barren como un ciclón escenarios multitudinarios del mundo.
Dice que será un libro de ayuda para tratar de orientar a los padres para que no sigan tratando de imponerles a sus hijos lo que deben hacer, estudiar o aspirar a ser en la vida.
Apoyo, apoyo y apoyo, fue la palabra que les dio a este sincelejano, de padres libaneses, nacido en Nueva York y a Nidia Ripoll, la clave para moldear a esa artista maravillosa, la colombiana más famosa de la historia y una de las mujeres más aplaudidas del mundo.
Esta entrevista es a William, no a Shakira. ( Bueno, por los laditos).
¿Cómo fue el nacimiento de Shakira?
No sabíamos que era niña porque en esa época no había llegado la ecografía, y yo estaba ilusionado con tener otro varón, porque mi padre vivía muy temeroso de que el apellido Mebarak se acabara.
A los 12 años me había impresionado ver a mi papá llorando, con sus copetines en la cabeza, porque yo quería meterme de cura. Los hermanos cristianos me habían mostrado cuadros del infierno y del purgatorio y me decían que si me hacía cura no sólo me salvaría yo, sino toda la familia, y eso me parecía grandioso. Sobre todo salvar a mi papá que tomaba mucho traguito.
Como Moncho estaba muy chiquito mi papá gemía: “No sé si será militar y de pronto me lo maten, o vaya a ser estéril y se pierde el apellido”.
¿Por qué no se fue de cura?
Porque desde niño me han encantado las mujeres a morir. En Bogotá empecé a salir con amigos, conseguí novias y empezó mi vocación a trastabillar. Todo eso está en mi libro ‘Amores Volátiles’.
Volvamos al día que nació Shakira.
Shakira se retrasaba demasiado y el médico, nervioso, esperaba que naciera por la vía natural. Yo le dije: “¡qué vía natural, ni qué ocho cuartosí, esta mujer está padeciendo horrores, íhágale la cesárea ya!”. Nidia (su esposa) aceptó y, qué tal si se demora más: se había roto la placenta y la niña estaba empezando a tragar esa agua turbia. Yo, para ser franco, en ese momento me sentí un poquito decepcionado porque no nació niño, pero la bandidita tenía unos ojos bellos e inmediatamente dio muestras de ser muy vivaracha. En ese momento, pensé: “la niña me está tramando”. Y me tiene tramado hasta hoy. Risa.
¿Porqué lloró Shakira en Las Vegas cuando recibió el Grammy?
La canción Mi Niña Bonita cantada por Tomás de San Julián se convirtió en algo muy entrañable para nosotros. Siempre se la cantábamos, y en Las Vegas le di la sorpresa de cantarla. Shakira no tenía ni idea y cuando yo empecé a cantar, empezó a llorar. Lo mismo mi hijo Tonino, mi mujer y mucha gente del público.
¿Se llevan bien ella y sus ocho medio-hermanos del primer matrimonio?
Sí, yo logré convertirlos a todos en una sola familia. Al principio Lucila puso problema, pero como yo supe manejar las cosas, terminó aceptando la realidad y Nidia siempre se ha portado muy bien con ellos.
¿Shakira era tan precoz como dicen?
Sí, al año y medio conocía todas las letras del abecedario en los cubos de madera y en los titulares grandes del periódico. Mi compadre, el escritor y político Eduardo Arango Piñeres, me dijo: “Yo no puedo creer que tu hija de un año y medio sepa leer las letras, eso es íimposible!”. Lo llevé a la casa y dije: Shaki, ven acá, ¿qué letra es esta? Se las mostré en desorden y las supo todas. El tipo quedó anonadado. A los 5 años bailaba y cantaba de maravilla.
A los 7 años ganó un concurso de pintura mural, a los 8 o 9 se ganó tres concurso seguidos, mes a mes, de canto. Nidia le dijo: ‘tú haces lo que puedas, si pierdes, no importa’. Y la niña le contestó: ‘si pierdo no importa, pero voy a ganar’. Ya había compuesto 19 canciones, letra y música. Algunas están en su primer CD, como ‘El hombre de las gafas oscuras’ (yo) y ‘Magia’, que escribió, letra y música, en media hora y que fue la que reventó todo.
¿Y cómo le parece Piqué, su nuevo yerno?
Calificación diez sobre diez.
¿Por qué nació usted en EE.UU.?
- Mis padres vivieron once años en Nueva York, donde yo nací. Cuando regresamos a Sincelejo, en ese entonces un pueblo de 20.000 habitantes, la familia (numerosísima) y los vecinos se aglomeraron a curiosear ‘al pibe que hablaba inglés’ pero, aunque mi papá me preguntaba cosas en inglés, yo le contestaba en español porque nunca me ha gustado el exhibicionismo.
Llegó a Bogotá a estudiar cuarto de bachillerato en el Colegio Mayor del Rosario, ¿cómo le sentó el cambio?
Tenía 16 años y allí me cogió el 9 de Abril, cuando mataron a Gaitán. Ese día fue muy triste y azaroso. Ya estaba la turba enloquecida invadiendo la calle catorce, cuando el rector, monseñor José Vicente Castro Silva, la primera figura de la ‘oratoria sagrada’, nos dijo: “Sálvese quien pueda, porque van a incendiar todo y yo no respondo por la vida de nadie”. Unos 70 internos salimos en carrera y nos incorporamos a la subversión vociferando: íViva el Partido Liberal! Cuando cruzamos la carrera 5 con calle 18, un grupo nutrido, conmigo a la cabeza, se compactó y nos refugiamos en la pensión de un amigo donde nos quedamos un mes. Cuando volví a Barranquilla mi madre no quiso que regresara a Bogotá, lo cual fue un gran error porque yo quería terminar mi bachillerato en el Rosario. Regresé a mi Colegio Biffi, repetí cuarto año y luego me gradué.
¿Parece que entonces se dedicó a parrandear en forma, no?
Sí, eso fue duro. Un ciclo de parrandas y de celebraciones me enfermó y mi salud se deterioró. En Bogotá me sometí a un tratamiento de seis meses y entré a la Javeriana a estudiar medicina en 1953. Hice tres semestres, pero me aterró volverme a enfermar porque el ritmo de estudio era endiablado.
Me gustaba mucho la literatura y escribía desde muy joven, así que saqué una licencia de locutor y me fui a trabajar al ‘Diario Hablado’ de Julio César Turbay A., en La Voz de Bogotá. No duré mucho y me fui a trabajar a un periódico que habían acabado de fundar.
¿Allí empezó su vocación?
No, venía de antes. En esa época yo iba todos los días al Gran Vatel, un restaurante de lujo donde se reunían los grandes cacaos de la política y yo los entrevistaba. La movida era bastante tesa. Pero como había que trabajar hasta el amanecer me aburrí. Sin embargo, aprendí a redactar noticias, a hacer crónica roja y a titular. Renuncié y volví a ser locutor en un noticiero.
Entiendo que su padre era un gran empresario y un hombre muy rico…
Mi papá me llamó al orden y me dijo: ya eres locutor, periodista, escribiste un libro, dejaste los estudios de medicina y has perdido suficiente tiempo. Ahora yo necesito que vengas a trabajar conmigo.
Él había fundado una empresa de estaciones de gasolina y sembró de gasolineras toda la región del sur de Bolívar, lo que es hoy el departamento de Sucre y Córdoba, hasta llegar a tener 18. Trabajamos en Sincelejo hasta que mi madre y yo conspiramos para que mi papá y su socio le vendieran el negocio a la Shell y nos fuimos a vivir a Barranquilla. Escribí en el Diario del Caribe y en la revista Quillán 007.
Dice que será un libro de ayuda para tratar de orientar a los padres para que no sigan tratando de imponerles a sus hijos lo que deben hacer, estudiar o aspirar a ser en la vida.
Apoyo, apoyo y apoyo, fue la palabra que les dio a este sincelejano, de padres libaneses, nacido en Nueva York y a Nidia Ripoll, la clave para moldear a esa artista maravillosa, la colombiana más famosa de la historia y una de las mujeres más aplaudidas del mundo.
Esta entrevista es a William, no a Shakira. ( Bueno, por los laditos).
¿Cómo fue el nacimiento de Shakira?
No sabíamos que era niña porque en esa época no había llegado la ecografía, y yo estaba ilusionado con tener otro varón, porque mi padre vivía muy temeroso de que el apellido Mebarak se acabara.
A los 12 años me había impresionado ver a mi papá llorando, con sus copetines en la cabeza, porque yo quería meterme de cura. Los hermanos cristianos me habían mostrado cuadros del infierno y del purgatorio y me decían que si me hacía cura no sólo me salvaría yo, sino toda la familia, y eso me parecía grandioso. Sobre todo salvar a mi papá que tomaba mucho traguito.
Como Moncho estaba muy chiquito mi papá gemía: “No sé si será militar y de pronto me lo maten, o vaya a ser estéril y se pierde el apellido”.
¿Por qué no se fue de cura?
Porque desde niño me han encantado las mujeres a morir. En Bogotá empecé a salir con amigos, conseguí novias y empezó mi vocación a trastabillar. Todo eso está en mi libro ‘Amores Volátiles’.
Volvamos al día que nació Shakira.
Shakira se retrasaba demasiado y el médico, nervioso, esperaba que naciera por la vía natural. Yo le dije: “¡qué vía natural, ni qué ocho cuartosí, esta mujer está padeciendo horrores, íhágale la cesárea ya!”. Nidia (su esposa) aceptó y, qué tal si se demora más: se había roto la placenta y la niña estaba empezando a tragar esa agua turbia. Yo, para ser franco, en ese momento me sentí un poquito decepcionado porque no nació niño, pero la bandidita tenía unos ojos bellos e inmediatamente dio muestras de ser muy vivaracha. En ese momento, pensé: “la niña me está tramando”. Y me tiene tramado hasta hoy. Risa.
¿Porqué lloró Shakira en Las Vegas cuando recibió el Grammy?
La canción Mi Niña Bonita cantada por Tomás de San Julián se convirtió en algo muy entrañable para nosotros. Siempre se la cantábamos, y en Las Vegas le di la sorpresa de cantarla. Shakira no tenía ni idea y cuando yo empecé a cantar, empezó a llorar. Lo mismo mi hijo Tonino, mi mujer y mucha gente del público.
¿Se llevan bien ella y sus ocho medio-hermanos del primer matrimonio?
Sí, yo logré convertirlos a todos en una sola familia. Al principio Lucila puso problema, pero como yo supe manejar las cosas, terminó aceptando la realidad y Nidia siempre se ha portado muy bien con ellos.
¿Shakira era tan precoz como dicen?
Sí, al año y medio conocía todas las letras del abecedario en los cubos de madera y en los titulares grandes del periódico. Mi compadre, el escritor y político Eduardo Arango Piñeres, me dijo: “Yo no puedo creer que tu hija de un año y medio sepa leer las letras, eso es íimposible!”. Lo llevé a la casa y dije: Shaki, ven acá, ¿qué letra es esta? Se las mostré en desorden y las supo todas. El tipo quedó anonadado. A los 5 años bailaba y cantaba de maravilla.
A los 7 años ganó un concurso de pintura mural, a los 8 o 9 se ganó tres concurso seguidos, mes a mes, de canto. Nidia le dijo: ‘tú haces lo que puedas, si pierdes, no importa’. Y la niña le contestó: ‘si pierdo no importa, pero voy a ganar’. Ya había compuesto 19 canciones, letra y música. Algunas están en su primer CD, como ‘El hombre de las gafas oscuras’ (yo) y ‘Magia’, que escribió, letra y música, en media hora y que fue la que reventó todo.
¿Y cómo le parece Piqué, su nuevo yerno?
Calificación diez sobre diez.
¿Por qué nació usted en EE.UU.?
- Mis padres vivieron once años en Nueva York, donde yo nací. Cuando regresamos a Sincelejo, en ese entonces un pueblo de 20.000 habitantes, la familia (numerosísima) y los vecinos se aglomeraron a curiosear ‘al pibe que hablaba inglés’ pero, aunque mi papá me preguntaba cosas en inglés, yo le contestaba en español porque nunca me ha gustado el exhibicionismo.
Llegó a Bogotá a estudiar cuarto de bachillerato en el Colegio Mayor del Rosario, ¿cómo le sentó el cambio?
Tenía 16 años y allí me cogió el 9 de Abril, cuando mataron a Gaitán. Ese día fue muy triste y azaroso. Ya estaba la turba enloquecida invadiendo la calle catorce, cuando el rector, monseñor José Vicente Castro Silva, la primera figura de la ‘oratoria sagrada’, nos dijo: “Sálvese quien pueda, porque van a incendiar todo y yo no respondo por la vida de nadie”. Unos 70 internos salimos en carrera y nos incorporamos a la subversión vociferando: íViva el Partido Liberal! Cuando cruzamos la carrera 5 con calle 18, un grupo nutrido, conmigo a la cabeza, se compactó y nos refugiamos en la pensión de un amigo donde nos quedamos un mes. Cuando volví a Barranquilla mi madre no quiso que regresara a Bogotá, lo cual fue un gran error porque yo quería terminar mi bachillerato en el Rosario. Regresé a mi Colegio Biffi, repetí cuarto año y luego me gradué.
¿Parece que entonces se dedicó a parrandear en forma, no?
Sí, eso fue duro. Un ciclo de parrandas y de celebraciones me enfermó y mi salud se deterioró. En Bogotá me sometí a un tratamiento de seis meses y entré a la Javeriana a estudiar medicina en 1953. Hice tres semestres, pero me aterró volverme a enfermar porque el ritmo de estudio era endiablado.
Me gustaba mucho la literatura y escribía desde muy joven, así que saqué una licencia de locutor y me fui a trabajar al ‘Diario Hablado’ de Julio César Turbay A., en La Voz de Bogotá. No duré mucho y me fui a trabajar a un periódico que habían acabado de fundar.
¿Allí empezó su vocación?
No, venía de antes. En esa época yo iba todos los días al Gran Vatel, un restaurante de lujo donde se reunían los grandes cacaos de la política y yo los entrevistaba. La movida era bastante tesa. Pero como había que trabajar hasta el amanecer me aburrí. Sin embargo, aprendí a redactar noticias, a hacer crónica roja y a titular. Renuncié y volví a ser locutor en un noticiero.
Entiendo que su padre era un gran empresario y un hombre muy rico…
Mi papá me llamó al orden y me dijo: ya eres locutor, periodista, escribiste un libro, dejaste los estudios de medicina y has perdido suficiente tiempo. Ahora yo necesito que vengas a trabajar conmigo.
Él había fundado una empresa de estaciones de gasolina y sembró de gasolineras toda la región del sur de Bolívar, lo que es hoy el departamento de Sucre y Córdoba, hasta llegar a tener 18. Trabajamos en Sincelejo hasta que mi madre y yo conspiramos para que mi papá y su socio le vendieran el negocio a la Shell y nos fuimos a vivir a Barranquilla. Escribí en el Diario del Caribe y en la revista Quillán 007.
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